Sanghai

Apenino-mArco mAril


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-LONDRES 2D-
Primera escala completada con éxito. Londres me fascina, es mi ciudad grande favorita (de las pocas que conozco) y la Navidad aún no la ha destrozado mucho. Al menos no tanto como a los aviones de Iberia, con esos villancicos en “loop” que llaman a gritos al Nolotil.
Lo mejor del día, al margen de nuestra cena india y el paseo londinense, nuestro encuentro en Barajas con la hija de ese polémico ex-presidente patrio, ahora emigrado conferenciante. Sin palabras. La descubrimos compartiendo desayuno y tuvimos la fortuna de viajar justo detrás. Sin palabras. Patricia, Tanis y Marco perplejos… bueno, a Tanis le costó reconocerla. No está tan entrenado como nosotros.

(Todavía estamos aprendiendo a manejar la cámara de fotos, en cuanto la tengamos controlada saldremos incluso nosotros…)
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-SHANGHAI 4D-
Tomamos Shanghai en perfecto estado, si obviamos la espalda de Patricia. No hemos dormido nada en el vuelo, pero no hemos parado de comer y beber té, gracias a las atenciones de un encantador azafato madrileño.
Sebastian Wang, el responsable número uno de que hayamos viajado tan lejos, nos recogió en el aeropuerto y nos llevó al hotel: el lujo oriental a nuestros pies. Tras una ducha y unas cremitas, tocaba repasar el estado de mis ukuleles… Han llegado bien, afortunadamente, y debo agradecerle a mi luthier, Angel de Prado, su esfuerzo para lograr que mi ukulele acústico estuviera listo para poder venir hasta aquí. Recomiendo sus servicios.
Shanghai destaca por la amplitud de sus avenidas, la voluptuosidad de sus edificios y… la imprudencia de los conductores. Ir en taxi es toda una experiencia.
En el almuerzo, Sebastian ha reunido a un grupo de periodistas locales que miran ávidamente las hojas promocionales que les ha preparado y descubro que por aquí ya me han puesto mote… ejem… “Snoopy”. No acabo de encontrarme el parecido, y me consuela saber que Patricia y Tanis tampoco. En fin…
De ahí, rápidamente, al Shanghai Oriental Art Center para descubrir la espectacularidad del sitio que acogerá nuestra actuación. Aquí no se escatima nada a la hora de construir y este es uno más de tantos ejemplos. Me emociono al ver el lugar y me emociono, aún más, al tener los carteles en mis manos. El diseño es precioso, pero además lo han impreso en un papel de gran calidad. Me siento superafortunado.
Tras un momento de relax y té, en la terraza del Oriental Art Centre, volvemos al ritmo frenético de la ciudad. Son casi las seis de la tarde, y sin que mi estómago haya digerido aún la comida, Sebastian anuncia la hora de la cena. Primera toma de contacto con las aglomeraciones del metro y aterrizamos en un restaurante chino maravilloso, con una capacidad de casi 500 mesas y que registra un bullicio muy llamativo. La comida es exquisita, nada que ver con los restaurantes chinos que inundan España, y la selección se caracteriza por un exceso de picante. Mi origen mexicano me tiene bien acostumbrado al picante, pero esto va mucho más allá. Patricia y yo caemos rendidos en el primer asalto. Tanis, nuestro orgullo, aguanta el pulso como un campeón.
Para entonces el cansancio y la espalda de Patricia, que necesita un masaje urgente, fuerzan nuestra retirada al hotel.
Shanghai es una ciudad gris durante el día y colorida de noche. A alguna el maquillaje le favorece pero, de momento, no tengo opinión.

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-SHANGHAI 5D-
Con Patricia totalmente recuperada para la vida por su masajista china (la recomienda especialmente), nos damos el primer tortazo cultural. El inglés sirve de muy poco en esta parte del mundo, muy poca gente lo habla, y entre ellos los taxistas. Si no dominas el chino las cosas se complican mucho. Nos subimos a un taxi, le cantamos nuestro destino en lengua occidental y terminamos bajando… ¡qué puntería! Tenemos que recurrir a alguien en el hotel para que le cuente a otro taxista nuestro objetivo. Es extraño confiar tu destino a alguien con el que no logras entenderte.
Aprovechamos la mañana para ir a una zona comercial, tenemos encargos… Pero creo que la zona que hemos elegido no es muy adecuada, es muy estresante y no compramos nada. Aviso a navegantes: “¡NO COMPRAMOS NADA!”.
Para comer elegimos una mezcla de chino-japonés y nos convertimos en el centro de todas las miradas: nuestra técnica con los palillos todavía no es muy pulcra.
Por la tarde, afortunadamente, aparece de nuevo Sebastian para recogernos en el hotel y le contamos nuestra desgracia matinal. Rápidamente busca solución: Yu Garden, un mercado dedicado al turista que nos viene perfecto. Es un lugar más tranquilo y muy chulo, con una apariencia más tradicional, nada occidental. Esto mejora por momentos, basta con recordar la emoción contenida de Patricia abalanzándose sobre el mostrador de una farmacia en búsqueda de su deseado “bálsamo de tigre”. Sin palabras.
Y a continuación… ”¡Bienvenidos al maravilloso mundo del CIRCO!” (dicho en chino, claro). Sebastian nos invita a un espectáculo circense moderno, realmente emocionante, que me reencuentra con “la bailarina china”. Emocionante, muy emocionante, colgando del trapecio allí aparece ella… Esta vez, afortunadamente, logra mantener su equilibrio. Inolvidable y una curiosa casualidad: desde que era muy pequeño no había vuelto a un circo…
Pero esto no es todo amigos, no se vayan, aún hay más: Sebastian nos invita a cenar a un restaurante en lo alto de un rascacielos. Me coloco al lado de una ventana para dominar el “skyline” de Shanghai… el maquillaje le favorece, definitivamente. Una cena maravillosa y divertida, pides un montón de ingredientes, te traen una olla individual con un caldo a tu elección y tú te lo guisas, tú te lo comes.


(Ringo también es famoso en esta parte del mundo…)

(Merendando con Sebastian, estupendo cicerone)

(Con los motoristas kamikazes, dedicada a mis sobrinitos)

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-SHANGHAI 6D-
Hoy abandonamos Shanghai temporalmente y nos vamos de excursión a Tongli, un pueblito tradicional chino que cae más al oeste. Sebastian nos presenta a Berry, un amigo suyo que hará de conductor y que ha sido el ilustrador/diseñador del poster de mi actuación. Tenía ganas de conocerle y agradecerle su trabajo, la pena es que no habla inglés. Me habría encantado hablar más con él, parece encantador… son las miserias del lenguaje.
Shanghai es una ciudad muy occidental en muchos sentidos, así que para conocer la China real hay que escapar de sus márgenes. Una vez que los rascacielos desaparecen, surgen las fábricas, los invernaderos, los descampados y las vidas duras. La cabeza da muchas vueltas asistiendo a todo esto, el corazón otras tantas.
Tongli suaviza nuestras sensaciones con su deje de parque temático, pero concentra los aromas de la China rural que íbamos buscando. La vida es más lenta y se comprenden mejor muchas de esas costumbres que en la ciudad se dan por asumidas.
El día de hoy va convirtiéndose en el mejor, sacamos muchas fotos, nos reímos mucho, la gente aquí es muy amable, comemos genial, paseamos en barca por el río, compramos souvenirs y organizamos una minifiesta con galletas, té y música en la habitación del hotel. Tanis está muy simpático, eufórico. Creo que es un sentimiento bastante generalizado. Esto no nos había pasado nunca a ninguno de nosotros.


(Bien flanqueados por Sebastian y Berry)

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-SHANGHAI 7D-
En esta época del año hace mucho frío aquí y la humedad propia de la zona se incrementa a orillas del río que serpentea por Tongli. Cuando estás calentito dentro de un edredón, esa información es muy útil para estirar un pelín más el sueño y remolonear. Esta mañana nos ha costado poner el pie fuera, sí.
Nos levantamos porque sabemos que Tongli todavía tiene cuerpo para entretenernos durante unas horas. Sin desayunar nos vamos al “Museo del Sexo”, una extraña y curiosa colección de piezas relacionadas con las artes amatorias que, en un principio, estaba en Shanghai y que el gobierno chino prefirió trasladar a una zona menos visible como esta. Curiosa colección. Me quedo con el conejito del jardín, tan sutil homenaje.
Paseamos, charlamos, nos reímos, alimentamos a un banco de peces en un estanque y Sebastian me confiesa que es muy probable que deje Shanghai unos meses y venga a descansar aquí, a iniciar sus estudios de castellano.
Por la tarde regresamos a Shanghai con las pilas cargaditas y con la sensación de que esto nos va gustando cada vez más. La ciudad nos recibe con otro atasco monumental, más típico incluso que el arroz, y a la llegada al hotel decido bajar al SPA a tomarme un masaje tradicional chino. ¿Lo cuento? Venga, vale… Primero cabina de relajación con musiquita ambiental china y de ahí, directamente, a mi cabina de masaje. Tomando un te, me relajan los pies con un suave masaje dentro de una tinaja con agua y pétalos de rosa. Cuando vierten el agua templada sube una sensación indescriptible por todo mi cuerpo. Ay… Ya acostado en la camilla, los masajes van de los pies a la cabeza pasando por piernas, espalda, hombros, brazos, manos y dedos. Pierdo el conocimiento y olvido que estoy en China hasta que oigo: “Finish”. La horita de masaje me deja nuevo, ay… cuánta razón tenía Patricia. Sería imperdonable haber pasado por Shanghai sin probar un masaje oriental. Al ver mi cara, Tanis decide reservar uno para mañana… jejeje!!
El mago Sebastian vuelve a sacar su chistera. Para la cena nos sube a lo más alto de un rascacielos, a la “Jin Mao Tower”, sede del segundo hotel más caro de Shanghai y del “Cloud 9”, un lujoso bar situado en su piso 88. Los ascensores van a velocidad de vértigo, el primer tramo de 54 pisos nos lleva menos tiempo que subir al piso tercero de mi casa en Vigo. Ocupamos una mesa al lado de una ventana, la ciudad a nuestros pies. Hablamos, reímos y Sebastian reta a Patricia a un juego: a ver quién aguanta más con un hielo dentro de su mano. El duelo es duro, gana Patricia.
Otro día muy completo y mañana… el gran día.

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-SHANGHAI 8D-
Nos levantamos temprano, a las nueve y media debemos estar en el teatro para la prueba de sonido. Ya hay cosquilleos, ya me pongo serio, ya pienso y me tenso. Mucha emoción. Mi cartel enorme, a la entrada del teatro, quita el sentido. Vuelven las preguntas, ¿qué hago yo colgado ahí? Me vienen muchas cosas a la cabeza, muchas personas, pero sobre toda una, la misma de siempre.
La prueba de sonido va rápida y bien. Todas las preocupaciones quedan zanjadas.
Más tranquilo me distraigo con la visita guiada por Sebastian al Oriental Art Center. Impresionantes los auditorios, alucinante el “Museo de Cajas de Música”. Sólo por ver esto ya habría merecido la pena el viaje.
Hoy todo va muy medido, no conviene distraerse. Comemos temprano, descansamos mientras a Tanis lo masajean, nos ponemos guapos y volvemos al auditorio. A las cuatro tenemos un nuevo chequeo y un ensayo general, aquí las cosas las hacen como se debe. La importancia se la dan al espectáculo, a la música, al artista… no a los beneficios de una barra. Los que me conocen creo que me entienden.
El ensayo sale muy bien y eso nos tranquiliza. Me siento cómodo, optimista, muy concentrado, el sonido es impecable. Me pregunto si será la primera vez que disfrute encima de un escenario…
Probamos las proyecciones que mi amiga Carmen Nogueira ha preparado para acompañar nuestra actuación. Todo un lujazo para mi, algún día me entenderéis. Gracias otra y otra vez, Carmen.
Todo funciona a la perfección y sólo resta esperar . Sebastian nos llamará para la actuación de verdad. Hay nervios, pero seguridad. Nunca me había sentido así. Por primera vez en mi vida no tengo la sensación de querer salir corriendo.
Son las 19:45, hora de Shanghai. El “Performance hall” del Oriental Art Center está lleno para vernos salir. Ahora me lo creo porque no me queda más remedio. Preparados, listos.. ya!! “Ni-jao” y… el resto ya es historia. El sueño de Sebastian, hecho realidad, es ahora un recuerdo imborrable en nuestra memoria y nuestro corazón.
El concierto ha ido muy bien, he disfrutado y hasta he bromeado con el público. Patricia ha cantado como los ángeles. Mucha emoción y silencio. Depués de un concierto así siempre hay melancolía y silencio. Nos golpea la sensación de que algo está terminando.
Sebastian nos busca para llevarnos al lugar donde la gente se arremolina sobre el puesto de discos que Tanis ha montado. La gente se avalanza, firmamos más discos y autógrafos que nunca. La gente quiere fotos con nosotros. Es alucinante. El público aquí es muy fan, muy entregado y muy agradecido. Nos dicen que nos quedemos, que esta es la ciudad de las oportunidades. La gente se emociona, y nosotros por el camino. Ni en nuestros mejores sueños…
Sólo queda una cena. La última cena, prevista en un restaurante de cocina occidental a orillas del río Huang-Pu, algo más que una premonición. Compartimos mantel con Iris, una amiga del “myspace” muy fan de Jabalina y del pop español. Compartimos mantel con Arturo, nuestro fan mexicano. Compartimos mantel con una compañera de Sebastian en la universidad de Nanjing. Compartimos mantel (por tercera vez) con Giusseppe, el divertido e interesante amigo italiano de Sebastian. Hablamos, nos reímos y Sebastian me acerca la carta de una amiga suya llamada Iceberg que, por culpa de un examen, no ha podido venir a vernos. Me emociono mucho. Iría con mi ukulele a tocar ahora mismo donde ella estuviera. Quién sabe, el futuro es muy caprichoso… Ojalá haya otra oportunidad.
Acaba la cena y me asomo solitario a la terraza del “M on the Bund”. El frío, el río, Shanghai iluminado de noche… como a mi me gusta. Por primera vez desde que he llegado, he sentido la soledad entre el tumulto. Ahora sé que todo esto ha terminado.
Sebastian Wang, qué nombre tan bonito.


(Probando, probando…)

(Y llegó el concierto)